‘Beau tiene miedo’ de Ari Aster es una de las películas más originales del año y en su parte central tiene un viaje de 10 minutos a un mundo animado dentro de una obra de teatro compuesta por los animadores y cineastas chilenos Joaquín Cociña y Cristóbal León. El dúo es conocido por ‘La casa Lobo’ (2018), una de las películas animadas más potentes de la última década y que puede verse en Filmin y Mubi desde hace unos meses.
En abril, el Lincoln Center presentó una serie de proyecciones seleccionadas por la mente detrás de las célebres películas de terror contemporáneas ‘Hereditary’ (2018) y ‘Midsommar’ (2019), que incluía un pase del film chileno-alemán, del que Aster ha comentado en una entrevista.
"Es una genial monstruosidad chilena de stop-motion que realmente es una de las cosas más asombrosas que jamás he visto. Tiene algunos antecedentes obvios, como Jan Švankmajer y Ladislas Starevich, pero es completamente singular. No se ha hecho nada más que se le parezca”.
El reflejo de una realidad terrible consentida por el gobierno
El director contactó con la pareja y el resto es historia. No es de extrañar que se interesara por ellos, puesto que ‘La casa lobo’ genera un sentimiento hostil que el público asocia con la filmografía de Aster, incluso a algunos niveles, es como un análogo o complemento animado de ‘Hereditary’, en su forma de visualizar el trauma, como la representación de lo terrible a través de la casa de muñecas de aquella se uniera aquí en una narrativa igualmente acotada por paredes, una representación fantástica que cuenta otra realidad más perturbadora.
Su contexto histórico es clave en proyecto puesto que empieza con una estructura de “película dentro de una película” y nos sitúa supuestamente ante una pieza recuperada de cine propagandístico de una secta que existió en la realidad en Chile como un intento de una forma de vida más sencilla, conectada con la tierra. La Colonia dignidad, sobre la que se realizó una serie documental que puede servir de precuela a esta, estuvo formada por un grupo de alemanes a comienzos de los años 60, quienes conservaban la herencia nazi con ellos.
Tras pasar por campos de concentración rusos tras la guerra, llegaron a Chile con la excusa de ayudar a las personas de Valdivia, una ciudad que había sufrido un terremoto, pero en realidad estaban escapando de un par de acusaciones de pedofilia que tenía su líder Paul Schäfer. Una figura siniestra y muy peligrosa, puesto que continuaría sus fechorías en Sudamérica, y una parte importante de la actividad de la secta giraba en torno a proveer al gurú de niños para que abusara de ellos, además de proporcionar un lugar de innombrables torturas políticas para el régimen de Pinochet, que permitió la existencia de la colonia.
Una combinación de técnicas inédita
En ese contexto de horror verdadero, León y Cociña plantean un vídeo de basado en la propaganda interna y externa de la colonia, que se grababa en cine para exhibir imágenes que comprobaban que allí solo había vidas felices. A través de este celuloide supuestamente perdido y restaurado, se nos cuenta la historia de María, una niña rebelde que huye al bosque tras dejar escapar a dos cerdos de su corral, con la esperanza de evitar castigos, y se refugia del “lobo” escondiéndose en una cabaña desierta, donde permanece por tiempo indefinido, segura, pero sin posibilidad de irse
Juega con la idea de la fábula de cuento de hadas a partir de la idea de que a Schäfer le llamaban el lobo en la colonia, representando aquí una especie de variación de la amenaza de ‘Los tres cerditos’, planteando un contraste entre la inocencia que representan esos cuentos y el fondo siniestro que tienen en su versión original, planteando también una decrepitud de la inocencia relativa al delicado tema que subyace en la perspectiva de la víctima. En la película, la imagen amenazante del exterior se empieza a transformar en una especie de pepito grillo o de narrador que va dialogando con María.
Así, los escenarios espeluznantes atacan los sentidos y abruman sin tregua, como un equivalente cinematográfico de un ataque de pánico en el que cada nueva imagen despega otra capa de trauma reprimido que da nuevo sentido al anterior. Es aquí donde los cineastas comienzan a tejer un hechizo hipnótico de figuras grotescas y su entorno mezclándose y cambiando constantemente, de modo que nada permanece estático y el contenido de todo el plano está en constante cambio.
Un prodigio de cinco años de trabajo
La mente va penetrando en una madriguera de conejo de superficies y sustancias mutantes, en un imperio de sensaciones aterradoras que transportan a un estado mental, que, a diferencia de Svankmajer y los Quays, que también conciben una técnica de reciclaje de lo cotidiano y todo tipo de objetos, aquí no hay espacio para el humor y la sensación de vértigo no espacio para respirar. Entrar en ‘La casa lobo’ es dejarse llevar por un ciclo agotador de nacimiento, decadencia y resurrección a lo largo distintas disciplinas, incluyendo fotografía, dibujo, escultura, actuación escénica y marionetas cambiaformas grotescas.
En apenas 75 minutos Cociña y Leon concentran toda su tesis en el manejo de materiales que habían ensayado en sus cortos. Durante cinco años de producción pasaron por doce lugares de exhibición, realizando las performances en directo trabajando con una instalación itinerante que ponían en mitad de museos, con una sala que actualizaba el archivo del material rodado. Es decir, la película es en parte una performance artística, parte un artefacto narrativo que solo se completa en un visionado único. El sonido les llevó cuatro años y medio.
Por tanto, ‘La casa lobo’ es una película en la que es muy difícil separar la dirección de la dirección de arte, el resultado en pantalla es el transcurso de un acontecimiento teatral. Puede que por eso logren una sensación única, muy pocas obras han capturado el sentido de una pesadilla con tanta eficacia como, por ejemplo, ‘El grito’ de Much, y esta lo consigue transportar al audiovisual con unas reglas internas de la física y la lógica tan fluidas como las acuarelas utilizadas. Nada se conecta del todo entre sí, nada tiene un sentido claro pero es tan coherente que llegamos a aceptar intuitivamente su lógica, sacando una historia de entre su imaginería retorcida.
Una obra de arte de horror
Hay algo del David Lynch de ‘Cabeza borradora’, una aproximación perversa al cuento de hadas que representa el escape carrolliano de una niña, pasando como Alicia de una prisión a otra, dentro de la sensación de seguridad de los cuentos, ya que para su protagonista es una de las únicas formas de escapar de la realidad en su vida, siendo la secta un lugar sin entretenimiento ni acomodación a la modernidad. Por tanto, las imágenes tradicionalmente benignas adquieren connotaciones enfermizas, una carga burlona con estampas conocidas.
Así, los cerdos en la casa cambiar sus pezuñas por manos, y se vuelven humanos por completo. Se crea una familia improvisada que luego es destruida, curada y finalmente alimentada de si misma. Cocina y León representan una declaración sobre la complicidad de su tierra natal en estos crímenes, y la condenan utilizando los medios más inocuos y las imágenes más surrealistas. No es de extrañar que fuera una favorito de la crítica en el circuito de premios internacionales, pero no se pudo ver ni estaba disponible hasta hace muy poco.
Aster no ha elegido a la pareja por casualidad. ‘La casa lobo’ es una película de género puro, pero también una obra de arte inquietante, escalofriante, intrincada y diferente a todo que se haya hecho en este siglo, quizá exceptuando la increíble 'Mad God'. Su naturaleza alegórica combina lo inocente con lo innombrable, llena de dicotomías y simbolismo en constante descomposición, construcción, disolución y transformación, transmite los sentimientos de aislamiento y control, y el espectro del miedo y el abuso sin necesidad comprensión completa del contexto, de hecho sugieren algo terrible que nunca se muestra, por lo que la opacidad respecto a las atrocidades la hacen si cabe más espeluznante.
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La noticia La película de terror que impresionó a Ari Aster: una escalofriante obra de arte animada con stop-motion de pesadilla que puedes ver en streaming fue publicada originalmente en Espinof por Jorge Loser .
Javier Fernandez
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