miércoles, 3 de febrero de 2016

‘Las vidas del gato’, un reflejo del espanto del pueblo cubano [Javier Fernandez]

José Abreu Felippe - El Nuevo Herald

Entre el 2005 y el 2010, el Instituto Cultural René Ariza (ICRA) presidido por Ivonne López Arenal –apoyada por el entusiasmo y el amor al teatro de Luis de la Paz–, efectuó alrededor de 30 lecturas dramatizadas de autores cubanos exiliados. Y no estamos hablando de la clásica lectura de atril, eran prácticamente, como recogió la prensa de la época, puestas en escena con trabajo de luces, música, escenografía básica, vestuario y movimientos marcados. Por los distintos escenarios, ya que no tenían una sede fija, pasaron Gaviotas habaneras de la propia Ivonne, Los parientes lejanos, del recientemente fallecido Julio Matas, Los acosados y Gas en los poros de Matías Montes Huidobro, La diva en la Octava Casa de Héctor Santiago, Los siervos de Virgilio Piñera, Dile a Fragancia que yo la quiero de Raúl de Cárdenas, El vestido rojo, de José Corrales, Siempre tuvimos miedo de Leopoldo Hernández, El Mayor General hablará de Teogonía, de José Triana, Fuerte como la muerte, de Daniel Fernández, Las monjas, de Eduardo Manet, Triángulos obtusos de Julie de Grandy, El príncipe y el mar, de Eddie Díaz Souza y Lina, de Marcos Miranda, entre muchas otras que sería largo enumerar aquí. Los dos objetivos principales de esta extraordinaria labor del ICRA eran mantener viva la obra de los dramaturgos cubanos exiliados y que los directores se interesaran por ellas y las montaran. Pues bien, la inmensa mayoría de las obras mencionadas aquí se montaron posteriormente.


Francisco Javier Fernandez
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