martes, 2 de enero de 2018

Francisco Javier Fernandez - 'El autor', un absorbente laberinto narrativo en el que merece la pena perderse

El Autor Portada

Cualquiera que haya intentado escribir, haya pintado, fotografiado, esculpido, cantado, compuesto, diseñado, ilustrado o haya dedicado tiempo al desarrollo de cualquier producto susceptible de considerarse creativo, sabe de la complejidad de este proceso. Siente como propio el terror de la página en blanco, el deseo de crear sin saber el qué, la espera a una idea que tarda demasiado en llegar.

No es nada fácil asumir que los talentos nunca son los mismos, y que la sensatez debe primar ante todo a la hora de sentarse frente a un papel u ordenador. Habrá quienes posean ese genio creativo único, ese dios artístico que tanto adoraban los románticos, y quienes no. Pero el deseo de ser ese artista cuasi divino e irreal ciega a los aspirantes, y les hace desmoronarse al no ser capaces de imitarlo. El mito del gran artista es uno de los problemas que arrastra la creación desde hace varios siglos.

El mito del artista

Aquel anhelado genio romántico no goza de gran popularidad entre el público. Al menos, no suele hacerlo: cuanto menos se le conozca, mejor. A los deseosos de crear les encanta esta idea: la consideración de malditos, olvidados por un canon injusto que no reconoce su calidad. Estas ensoñaciones egocéntricas llevan, de forma directa e irremediable, a la búsqueda de los hitos inalcanzables: mejor hacer Literatura (con mayúsculas) que un best seller.

El Autor 4

Esta obsesión no hablada de muchos creadores marca el empeño en extraer de sus propias entrañas vida y verdad e imprimirlas en sus obras. Sistemáticamente, parte de estos autores defenestran otros artefactos culturales legítimos y de interés porque aluden a una supuesta falta de alma, criticándolos por estar destinados a públicos aparentemente mediocres, simples. Pareciera que sólo las creaciones que puedan entenderse con un extensísimo bagaje previo son las válidas.

El debate entre la alta cultura -cultura de las élites, si se prefiere- y cultura de masas me resulta cansino, repetitivo y antiguo. Porque en el tablero de la cultura actual no me vale ignorar sistemáticamente las manifestaciones de la cultura popular -aquí lo mismo me vale Buzzfeed, el trap, los superhéroes o los videojuegos- por ser, precisamente, popular. Es por eso que, a pesar de su calidad e interesante modelo de narración, ‘El autor’ me produce sensaciones encontradas.

Ante una propuesta que se mueve entre el metarelato y el thriller, Manuel Martín Cuenca explora la novela ‘El móvil’, debut de Javier Cercas en 1987, con resultados interesantes. Principalmente, en el manejo de las tramas cruzadas, que se mueven entre la principal -primer nivel de narración- y la del relato enmarcado -segundo nivel de narración-.

Martin Cuenca rodando El Autor

El puzle narrativo de 'El autor'

En el primer nivel de narración asistimos a la debacle de Álvaro -interpretado por un siempre cumplidor Javier Gutiérrez- ante las desgracias de su vida mediocre. En el segundo nivel, en un entramado de metaficción, el protagonista se convierte en el narrador del nuevo relato, y actúa como titiritero en la vida de un bloque de pisos de Sevilla.

Probablemente sea en ese primer nivel donde mejor se ve el gran manejo narrativo que atesora Martín Cuenca. Ante una magnífica construcción de personajes, ‘El autor’ plasma con brillantez arquetipos clásicos para plantear las subtramas que habitan en el segundo nivel. La narración de esta subestructura dramática se construye siempre en torno a la primera, convirtiendo esta coexistencia de niveles de narración en el reflejo de la evidencia: la ficción y la realidad son codependientes.

Álvaro, negado de ningún genio creativo, es un personaje dolido, pero con ínfulas de encontrar la verdad, de representar la vida a través del papel ante el éxito editorial de su mujer Amanda, interpretada por María León. Al encontrar en la realidad su modo de representación más inspirador, diluirá su mundo real con la ficción que se plantea crear, convirtiendo al personaje en una deliciosa ironía sobre la propia creación literaria.

El Autor

Los planteamientos sobre la creación artística que se desarrollan y siembran durante todo el metraje se autodesmoronan constantemente en ‘El autor’. El profesor, al que da vida el monstruoso Antonio de la Torre, plantea a Álvaro de forma constante que sus personajes, aunque interesantes, pecan de estereotípicos, así como las tramas que plantea, a pesar de que salen directamente de la realidad.

Falta de empatía en la ficción y la realidad

La sensibilidad de Álvaro es constante durante la primera mitad de la película. Aquí brilla Adelfa Calvo, que encarna a la portera del edificio y la primera víctima del protagonista. Conforme avanzamos hacia el segundo tercio se difumina el aspecto emocional, convirtiendo al protagonista en un sociópata manipulador que, más allá de representar la realidad, desea almoldarla en pos de un final para su novela.

Es en este tercer acto donde la historia palidece más, asumiendo el suspense como herramienta dramática de forma intencional y, sobre todo, por el empeño del protagonista en el viraje de su historia -el segundo nivel de narración- hacia ese género.

El enfrentamiento al que aludíamos al inicio, de baja y alta cultura, es una constante que manejan los dos personajes principales, el profesor y Álvaro. Ambos se empeñan en una distinción entre lo masivo y la calidad, lo que conlleva de forma implícita señalar lo popular como negativo y lo elitista como grandioso. Esta tesis es, probablemente, lo más negativo de la cinta.

También la película peca de reflexiva, lo que la convierte en un cascarón lleno de ideas, pero vacía de lo que ansían sus propios personajes: vida. ‘El autor’ se mueve de forma inteligente entre géneros, y construye personajes interesantes, pero no consigue implicación suficiente del espectador. Disfrazada de drama irónico, se mueve más en torno a una suerte de sátira demasiado centrada en la forma.

‘El autor’, sin embargo, es una de las propuestas más interesantes del año 2017 dentro del cine español. No en vano atesora nueve candidaturas en los premios Goya, lo que la convierte en una de las películas imprescindibles de la cartelera. A pesar de sus defectos, ‘El autor’ es un fascinante laberinto narrativo en el que merece la pena perderse.

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La noticia 'El autor', un absorbente laberinto narrativo en el que merece la pena perderse fue publicada originalmente en Espinof por Antonio R.Jiménez .


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