Algo malo pasó en Equestria hace mucho tiempo: los ponis terrestres, los unicornios y los pegasos separaron sus caminos y echaron sal en las heridas, de modo que ahora, en la distancia, se odian entre ellos.
Pero la poni terrestre Sunny Starscout (Vanessa Hudgens / Nerea Alfonso) no cree que el resto sean sus enemigos, algo que descubrirá de primera mano cuando conozca a Izzy Moonbow (Kimiko Glenn / Elena Barra y, en las canciones, Sarai Martínez), una intrépida y divertida unicornio que aparece de repente en su hogar, Bahía Yeguamar.
¿Por qué desapareció la magia de Ecuestria? ¿Es posible restaurarla? Y lo que es más importante aún, ¿es posible que las tres especies entierren el hacha de guerra y puedan volver a ser amigas? En esas preguntas se centra 'Mi pequeño pony: Una nueva generación' y lo hace de forma sorprendentemente divertida. Está dirigida por Robert Cullen y José Ucha, y la podéis ver en Netflix.
La magia de llegar a todo el mundo
A pesar de nacer a principios de los 80, la franquicia de ‘Mi pequeño pony’ no ha tenido muy buena fama hasta hace una década. Aunque hubo un esfuerzo intermedio a finales de los 2000, en forma de serie de animación que luce terrible a día de hoy, lo cierto es que se ganó a pulso la fama de franquicia destinada a un paladar repipi.
Fue Lauren Faust, en la cuarta generación de la franquicia, cuando dio el campanazo con un rediseño más estilizado y menos preocupado en parecer ponis de verdad, así como un tono de las historias más desenfadado y fresco, que consiguió cautivar al espectador infantil, al juvenil… y para sorpresa de muchos, del adulto. El rockero Andrew W. K., por ejemplo, no tiene reparo en reconocerse brony, palabro que engloba a los fans masculinos, adultos e irredentos de la franquicia, pero en especial a los de esta iteración. Si tienes curiosidad por el cómo se hizo esta etapa, hay un episodio de ‘Los juguetes que nos hicieron’ en Netflix dedicado a ello.
Cuando se dio por finalizada la etapa creada por Faust, como es lógico, hubo cierta reticencia. ¿Para qué matar la gallina de los huevos de oro, si la serie tenía nueve temporadas, una película estrenada en cines y dos especiales? Y la más acuciante, ¿serían las sustitutas a Twilight Sparkle, Pinkie Pie, Fluttershy o Applejack lo suficientemente carismáticas?
Nueva generación, nuevo sabor… mismo gusto
La respuesta, que da comienzo con esta película y que continuará con dos series, una para Netflix y otra para Youtube, es que sí, las nuevas protagonistas tienen el carisma suficiente para sustentar la franquicia.
De nuevo, no se trata de apuntar solo a las apetencias y gustos de los pequeños de la casa, sino también de dar a la historia la suficiente enjundia y de regar el camino de numerosos guiños a la cultura popular. En un segundo y tercer visionado, ha merecido la pena pausar para ver, por ejemplo, cuántas marcas se han “ponizado”, como una tan evidente como Sony, ahora Pony, o Harry Trotter en vez de Harry Potter.
Lo más destacable es que esta quinta generación no ha hecho borrón y cuenta nueva como había pasado las anteriores veces, sino que es una continuación de la cuarta: el mundo de las protagonistas de ‘La magia de la amistad’ se presentan como parte de un pasado mítico que, no se sabe bien por qué, derivó en un mundo segregado, enfrentado y sin magia.
No todas las respuestas están en la película (algo quieren salvar para la serie), pero al menos una de las incógnitas iniciales queda resuelta, eso sí, muy al estilo de lo que se demanda a cualquier peli animada: con un clímax aparatoso y espectacular.
¡Tenemos miedo y hay que hacer algo!
La protagonista de la película, Sunny, cree que todos los ponis pueden ser amigos, pero todos los años topa con el mismo problema: resulta que el negocio de odiar y temer a unicornios y pegasos es demasiado lucrativo, con una gran corporación que presenta loquísimos inventos con los que neutralizar o proteger: atención al poni que sale volando con los globos. Inventos que más tarde, con la irrupción de la unicornio Izzy, se ponen en práctica.
Aunque Sunny sea la protagonista, es Izzy quien se merece todas las alabanzas por su temperamento alegre y festivo, pero sin la efusividad de Pinky Pie. Juntas se hacen amigas en seguida, y se disponen a recorrer el mundo para restaurar la magia. Poco después, se les unirán las princesas pegaso Zipp (Liza Koshy / Jana Massot) y Pipp (Sofia Carson / Lourdes Fabrés) y el sheriff de Bahía Yeguamar, y sin embargo amigo, Hitch (James Mardsen / Sergio Mesa).
Una de las partes más acertadas de la película, aparte de esa formación de un nuevo grupo basado en la amistad, es que durante la ausencia de Sunny y Hitch, Bahía Yeguamar se encuentra vigilada por Sprout (Ken Jeong / Raúl Rodríguez), el torpe ayudante del sheriff que quiere validar su cargo mediante el miedo y la desinformación. Por si creías que era imposible incorporar un comentario sobre la situación actual de la sociedad en una película de ponis y hacerlo bien...
Cómo hablan, cómo andan, ¡cómo cantan!
Por último, dos cosas que no quiero dejar sin comentar de esta película. La primera es la animación, que es espectacular. Una vez más, Hasbro (y Netflix) ha contado con fans de la franquicia para rediseñar a los ponis y ese cariño en darles una nueva cara se nota. En la parte técnica luce increíble el modelado, la fluidez de los movimientos, la luz… mientras que en la parte narrativa, destaca el cuidado puesto en el mundo, con millares de detalles como ya he dicho antes y, por ejemplo, un running gag hilarante con un poni llevado por globos.
La segunda son las canciones. Al contrario que en la cuarta generación de los ponis, o que en la mayoría de canciones de películas infantiles, los arreglos no son orquestales: la idea no es sonar a musical, sino a temas pop (muy) pegadizos. Quizá por eso sólo hay cinco, pero una me llevó a levantarme a corear: Danger, Danger, ingeniosamente traducida (como el resto del filme) por Rosa Pérez Pedrero.
Aunque esta canción, en español, dependa demasiado de aceptar el contexto irónico en el que se produce, ya que la traducción pierde casi todos los matices que estaban en la versión original y que subrayan que un grupo de personas enfadadas pierde el raciocinio si les empuja el miedo y el racismo. En inglés es un himno al lavado de cerebro dentro de una turba: en espa´ñol es simplemente un himno.
Sea como sea, imagina una mezcla de Smells like a teen spirit de Nirvana, con Self Steem de The Offspring y Bad Romance de Lady Gaga y que en lo visual hace un guiño al videoclip de Seven Nation Army de The White Stripes, protagonizado por un poni que usa el racismo de sus semejantes para alzarse con el poder. El vídeo es aún más impresionante que lo que acabo de escribir… ¡y se supone que esto va dirigido al público infantil, si es un caramelo para los que contamos más de dos décadas!
Por suerte, y no es ningún destripe por aquello de que se vienen series con estos ponis, ‘My little pony: una nueva generación’ sirve como una fantástica introducción y también es lo bastante autoconclusiva para ser satisfactoria. Y cuando estrenen la serie, aquí me tendrán esperando. No necesito ponis que me convenzan de la magia de la amistad, pero no está nada mal que me recuerden por qué merece la pena verles.
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La noticia La inesperada joya familiar de Netflix: 'My little pony: Una nueva generación' es una película divertida y colorida... cuyas canciones vamos a tararear durante meses fue publicada originalmente en Espinof por Adrián Álvarez .
Javier Fernandez
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