domingo, 1 de agosto de 2021

Francisco Javier Fernandez - 'El incidente': cómo Shyamalan pasó de ser el rey del cine fantástico a hacer la gran comedia involuntaria de culto del género

'El incidente': cómo Shyamalan pasó de ser el rey del cine fantástico a hacer la gran comedia involuntaria de culto del género

Todos tenemos nuestra película favorita de M. Night Shyamalan. El director de ‘El sexto sentido’ (The Sixth Sense, 1999), ‘El protegido’ (Unbreakable, 2000) y ‘Señales’ (2002) empezó su carrera con una imbatible trilogía de cine fantástico con maneras de thriller con los pies en la tierra que modelaron la concepción comercial del cine de terror, ciencia ficción y fantástico, con un tono sobrio que parecía haber aprendido la lección viendo ‘Expediente X’ (1993-) en tromba.

Hasta ‘Tiempo’ (Old, 2021), su carrera ha ido dando algunos bandazos de muy diverso calibre que nunca le han supuesto una penalización demasiado dolorosa. Es cierto que ya no es el director mimado por los grandes estudios que fue en la década de los 2000, y hasta su estupendo verdadero regreso a la forma, ‘Glass’ (2019) es en realidad una película de bajo presupuesto que ha conseguido sacar adelante gracias a su estilo robusto, pero cualquier otro director no podría haber seguido trabajando igual tras ‘El incidente’ (The Happening, 2008).

Aunque ya había avisado con ‘La joven del agua’ (Lady in the Water, 2005), ‘El incidente’ es ampliamente considerada la peor película de Shyamalan, ya que generó una reacción violenta inmediata cuando se lanzó y se ha ido ganado la reputación de ser una de las peores películas de terror y fantástico del siglo XXI, lo cual no impidió que tras ella le confiaran dos blockbusters de 150 y 130 millones que fueron masacradas por la crítica y trasladaron al director a un estatus en Hollywood totalmente diferente. Sin embargo, hoy se sigue hablando de ella.

Un fenómeno tardío en las redes sociales

Si su película con Will Smith ha sido relegada al olvido y esta odisea apocalíptica con polen maléfico no es porque algo tiene. Y es que para muchos, ‘El incidente’ se ha convertido en un clásico de culto por todas las razones equivocadas. Una comedia involuntaria llena de frases que la gente se aprende, gifs de reacción, y edits en youtube y todo tipo de vídeos y gags en redes sociales con los mejores peores momentos del film, una categoría especial para películas catastróficas que al mismo tiempo son tan divertidas que invitan a volver a ellas. Como ‘The Room’ (2003), o como ‘Cats’ (2019).

Es cierto que Shyamalan tiene mucho más talento que los directores de esas dos, pero ambas cosas no son incompatibles, sino que pueden convertir más grande la caída. La película sigue a un profesor de ciencias, su esposa y su colega huyendo de una misteriosa amenaza para la humanidad mientras muertes violentas e inexplicables se extienden por todo el país. En realidad, puede incluso considerarse una de esas películas apocalípticas actuales de no poder hacer ruido, no moverse o no dormirse, solo que aquí nunca tenemos clara cuál es la regla.

El resultado es igual que ‘A ciegas’ (Bird Box, 2018), con la gente suicidándose en masa cuando les toca el polen infernal o una feromona vegetal invisible. Nunca lo sabremos. Actualmente tiene un 17% de críticas positivas en Rotten Tomatoes, pero también ha sido redescubierta por muchos defensores que la interpretan como la visión moderna de M. Night Shyamalan de una película B clásica de la década de los 50, ya que sigue casi todas las tradiciones del género que el director estaría tratando de homenajear con, por ejemplo, la excéntrica actuación de Mark Wahlberg.

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La impostura de la comedia oculta

La teoría de la parodia del género sostiene que, a pesar de que ‘El incidente’ se presenta completamente en serio, no es fácil captar su humor subyacente (sic) al reutilizar tropos de películas de desastres y supervivencia con pseudo ciencia ficción a modo de homenaje afectuoso y parodia, como ‘The Lost Skeleton of Cadavra’ (2001), y el cine de Ed Wood, solo que en este caso la imitación al director de ‘Plan 9 del espacio exterior’ es más por la acumulación de ocurrencias arbitrarias y momentos que parece que quieran lograr otra cosa de lo que realmente muestran.

En 2003, tras el estreno de ‘The Room’, Tommy Wiseau afirmó, tras ver las reacciones del público ante su “reinvención” de Tenesse Williams, que su película siempre estuvo destinada a ser una comedia llena de elementos tan torpes que la hicieran graciosa. Shyamalan ha llegado a decir que su intención era lograr interpretaciones muy melodramáticas y exageradas, mientras que los defensores de la película insisten en que si se rasca en su cubierta de cine de género, el director está planeando un calculado cóctel de humor excéntrico a modo de carta de amor a la ciencia ficción retro.

Es curioso que ‘El incidente’ coincidiera en el tiempo con ‘La niebla’ (2007) de Frank Darabont, ya que ambas son dos aproximaciones modernas a la serie B clásica y anticuada a través del drama que retratan la américa de la década del Fahrenheit 9/11. La diferencia es que la adaptación de Stephen King es un sólido film de terror sin concesiones, con un tono muy claro desde el inicio y la de Shyamalan, efectivamente, trata de recoger la ingenuidad clásica de la forma más literal mientras tampoco puede evitar reflejar la rabia cruda de la época, creando una colisión imposible.

Golpes de maestro en un dislate inaudito y muy caro

Hay dos películas dentro que nunca acaban de encontrarse. En su impactante inicio, una siniestra música de fondo acompaña a los neoyorquinos que pasean por Central Park cuando se quedan congelados, algunos comienzan a caminar hacia atrás, una joven sentada en un banco se quita una aguja del moño y se lo clava en la yugular y vemos una lluvia de trabajadores de la construcción saltando desde edificios altos con una lírica macabra que podría colocar la secuencia entre lo mejor que ha rodado nunca.

The Happening Movie Construction Scene Suicide

En esos primeros compases y algunos momentos concretos posteriores, Shyamalan hace gala de su gran afinidad con Alfred Hitchcock, construye algunas escenas inspiradas en ‘Los pájaros’ (1963), y despliega algunas cruentas escenas de suicidio que hacen valer la única calificación R de su filmografía, entre ellas, la cuestionable muerte de un niño afroamericano desarmado y joven que recibe un disparo en la cabeza de un campesino asustado.

Incluso llegamos a ver al muerto en el suelo con el cerebro fuera del cráneo. El problema no es que esas escenas terribles no peguen con el tono más “ligero” de las interacciones de los protagonistas sino que, dentro de su crueldad, la mayoría de esas escenas están presentadas de forma bizarra y ridícula, especialmente el tiro a cámara lenta, que parece sacado de un clip se 'Saturday Night Live' o 'I think you should leave'. Los suicidios están construidos de manera tan consciente que parecen degradantemente gratuitos.

Violencia splatstick y abuelas de risamiedo

Como si Shyamalan tratara de ponerse al límite, las muertes resultan obvias y caricaturescas, en vez de aumentar la tensión, a más espantoso el clip, más parece un sketch. Los suicidios del hombre dando de comer partes de su cuerpo a leones en un zoo, o el que acaba debajo de una gigantesca cortadora de césped tienen una cualidad de gag de ‘rasca y pica’ imposible y la única escena con potencial espeluznante, los trabajadores colgando de los árboles, tiene un gran valor plástico, pero que no aguanta un repensado, por la cantidad de escaleras imposiblemente altas, que dudosamente cada trabajador lleva al trabajo todos los días.

Happening

Pero lo que realmente resulta chocante es que esas escenas, y algunos momentos de tragedia con personajes con los que hemos empatizado, en el fondo tienen una cualidad dramática que no hace un buen caldo con el errante sentido de la comedia del director de ‘La visita’ (2015). En muchos aspectos, los intentos de crear momentos ligeros son tan lamentables que provocan una euforia inexplicable ante la sorpresa de las ocurrencias estólidas que aparecen en un libreto plagado de momentos de ver para creer, en los que el espectador queda desorientado.

Probablemente el momento más recordado es en el que el persistentemente robótico Mark Wahlberg, habla con una planta: “Hola. Me llamo Elliot Moore. Solo voy a hablar de una manera muy positiva, emitiendo buenas vibraciones. Solo estamos aquí para usar el baño y nos vamos a ir. Espero que esté bien”. El giro “gracioso” es que resulta ser una planta de plástico. Hay una cualidad extraterrestre en la escena que le da incluso motivos antropológicos para tratar de entender el sentido del humor detrás del momento.

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Mark Wahlberg y la interpretación del espacio exterior

No es solo ya que el héroe intente razonar con una planta, es que se supone que es un profesor de ciencias que de pronto cree que puede comunicarse con ellas utilizando el inglés. Moore es el mayor centro de los mayores despropósitos de diálogo, como cuando narra cómo va a comprar jarabe que no necesita para encontrarse con la farmacéutica o sobre todo con el incomodísimo momento en el que quiere ser un profe guay y trata de explicar su lección a un alumno refiriéndose a su físico:

“Deberías estar más interesado en la ciencia, Jake. ¿Sabes por qué? Porque tu rostro es perfecto. El problema es que tu cara es perfecta a los 15. Ahora, si estuvieras interesado en la ciencia, sabrías hechos como que la nariz y las orejas humanas crecen una fracción de pulgada cada año. Por lo tanto, un equilibrio perfecto de características ahora podría no parecer tan perfecto dentro de cinco años, y podría parecer perfecto dentro de diez años".

No queda claro si su ataque gratuito a Jake viene por una construcción de un personaje raro o si Shyamalan está proyectando alguna idea extraña contra los adolescentes guapos —no es la primera vez que lo hace, como sus infantiles ataques a los críticos de cine–, pero no parece que en ese momento fuera una buena opción para dar clases en un instituto. Tampoco queda claro si Zooey Deschanel está abrazando su lado naive a propósito o si el director no tiene muy claro que hacer con su característica colección de gestos de extrañeza y chica guapa despistada, pero acaba siendo, muy irritante.

Guiones desde la tercera fase

Sin embargo, la mayor parte de los momentos inesperadamente divertidos aparecen en frases de guion que aparecen como trucos de magia, como ese botánico que aprovecha el momento para aclarar su pasión por los perritos calientes: “Ya sabes, tienen mala reputación. Pero tienen una forma genial, tienen proteínas. Te gustan los perritos calientes, ¿no?”. Todos los seres humanos se comportan como si realmente ya estuvieran infectados por lo que sea que tienen las plantas y parece como si Shyamalan viniera de un país aislado y tratara de imitar el humor y los comportamientos distendidos según lo que cree que son las personas.

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El director parece haber perdido la capacidad de separar la delgada línea entre lo grotesco y lo absolutamente ridículo y esto se agrava en los momentos en los que, además, se puede ver el intento de hacer un simbolismo grandilocuente totalmente a contrapelo dentro del supuesto homenaje a la serie B que se le presupone. Como manifiesto sobre la naturaleza y el lugar de la humanidad en ella y advertencia sobre el cambio climático y su capacidad de borrarnos del planeta sin pestañear es increíblemente pueril.

Hay momentos de dirección tan descarada que parece está preparando momentos para algo que sucederá más adelante, pero nunca llegan. No es gracioso cuando lo intenta. Es gracioso cuando se toma en serio. No da miedo. A veces parece el proyecto de máster de guion de alguien que acaba de descubrir ‘Expediente X’ y Ray Bradbury y ningún profesor le hubiera corregido. Es como si el estatus del director le hubiera permitido seguir adelante con un primer borrador de un guion sin una sola nota de comentarios externos.

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Un despropósito irrepetible

En imposible no sentir admiración por un hombre que se las ha arreglado para llevar hasta el final una visión tan absurda a las masas, ha recibido todo tipo de críticas y luego ha seguido convenciendo estudios para que le confíen una sobreabundancia de dinero para producir películas aún más absurdas que acabaron siendo sonoros fracasos. ‘El incidente’ es de esas películas que destrozan carreras y te dejan dirigiendo capítulos de televisión pero no solo no supuso un problema sino que hoy seguimos viendo sus películas con expectación.

Hoy podemos apreciar cómo la sencillez de ‘Múltiple’ deja ver detrás a un autor, aunque parece que con ‘Tiempo’ ha vuelto a resucitar el autor que se toma demasiado en serio así mismo con resultados distintos a lo que pretendía, ahora ya estamos avisados. Aunque muchos la vean como la obra de un maestro del fantástico, aunque haya una gran de valedores del Shyamalan que sabía lo que está haciendo, ‘El incidente’ tiene parte de accidente catastrófico y parte de genio, parte de viaje narcisista sin frenos –como todas las grandes piezas de arte– y parte de primer brote de crisis de la mediana edad.

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En realidad, muchos de los defectos que pueden apreciarse a simple vista se deben a una falta de adecuación de un estilo tremendamente anclado en los 90 a las dinámicas del cine comercial del siglo XXI, y una confusión de contención y clasicismo con una elegancia imposible de mezclar con el intento de liberación de sus propias cadenas en un nuevo entorno. ‘El incidente’ es ortopédica, desastrosa, genial, divertidísima y esperpéntica. Una suma de factores que coinciden en un momento concreto imposibles de replicar. La obra maestra trash de un pez fuera del agua y un aviso a los curiosos de que en el cine no es fácil distinguir entre farsantes y genios, ni siquiera saber si existe esa distinción.

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La noticia 'El incidente': cómo Shyamalan pasó de ser el rey del cine fantástico a hacer la gran comedia involuntaria de culto del género fue publicada originalmente en Espinof por Jorge Loser .


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