Es posible que uno de los motivos —seguramente el principal junto con 'The Mandalorian'— de haberte hecho una cuenta en Disney+ haya sido la nostalgia. Tener a franca disposición un catálogo infinito de las películas de tu infancia, que gracias a la vanidosa visión empresarial de la Casa del Ratón fueron llamadas desde su lanzamiento "clásicos Disney". La factoría siempre fue consciente de a qué jugaba. De cómo apuntalar su valor emocional.
Todos estos clásicos prematuros, pero ahora ya consolidados, tenían algo en común: la animación. Quizá 'Mary Poppins' era la 'rara avis' en ese sentido, pero igualmente en un segmento memorable del film de Robert Stevenson —quedaos con ese nombre— aparecían pingüinos-camarero y fantasiosas cazas del zorro. En ninguno de ellos era el ser humano, un ser humano figurativo, similar a ti, la presencia fundamental. O… puede que sí.
La etapa clásica de Disney —entendiendo como tal los años previos a aquel Renacimiento iniciado en 1989 con 'La sirenita' y directamente vinculado a su hegemonía cultural contemporánea— no estuvo poblada únicamente por esos imprescindibles títulos de dibujos animados, sino también por una creciente introducción en el mercado live action desde mediados de siglo.
Motivada inicialmente por el menor coste de estos films y por la necesidad de amparar con varios contenidos las apuestas financieras más arriesgadas de Walt Disney —como su salto a la televisión o la construcción de los parques temáticos—, esta etapa se caracterizó por el ensayo/error y por una falta de prejuicios a la hora de explorar géneros y targets que aun hoy sorprenden por su libertad, su variedad y, sí, su eminente caos.
La actual directiva de la Casa del Ratón no ha olvidado lo mucho que le debe a esta parte de su filmografía, como tampoco ha pasado por alto que varios de sus posibles clientes también se criaron con films así. De modo que aquí va una lista de aquellos clásicos, no por más desconocidos menos imprescindibles, que puedes encontrar ahora mismo en Disney+, y que dibujan una historia alternativa (y mucho más loca) a la que todos conocemos.
En caso de que la lista que sigue te deje con ganas de más, añadir antes de entrar en materia que acabo de publicar un libro, 'La otra Disney. Volumen 1', que recorre la historia tejida por estas películas ignotas y donde podréis encontrar una perspectiva más amplia de esta faceta de la Casa del Ratón (al menos, de una parte, la producción comprendida entre 1946 y 1967).
La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson’s Treasure Island, 1950)
La primera película completamente de acción real rodada en el seno de Walt Disney Productions. Previamente films como ‘Los tres caballeros’ (1944) o ‘Las aventuras de Bongo, Mickey y las judías mágicas’ (1947) ya habían requerido que la compañía empezase a perfilar una cantera de actores, y de hecho, de ahí salía Bobby Driscoll como Jim Hawkins, tras protagonizar la tristemente célebre 'Canción del sur' (1946).
El film dirigido por Byron Haskin supone aún hoy una de las mejores adaptaciones que ha conocido la inmortal novela de Robert Louis Stevenson. ¿Motivos? Principalmente, el Long John Silver de Robert Newton y el espléndido guion de L.A. Watkin, consciente de que todo debe girar en torno a la fascinante relación de Silver y Hawkins, y de que lo que Stevenson había escrito en 1883 era, en esencia, un coming of age.
20.000 leguas de viaje submarino (20,000 Leagues Under the Sea, 1954)
Disney inauguró su departamento de acción real centrando la mirada en clásicos de la literatura universal de sabor británico, tal y como atestiguaban ‘La isla del tesoro’ y esfuerzos inmediatamente posteriores como ‘Los arqueros del rey’ (1952, basada en la historia de Robin Hood) o ‘Rob Roy, el gran rebelde’ (1953). No obstante, de cara al que iba a ser su primer gran taquillazo quiso diversificar sus referentes.
Así, inspirándose en Julio Verne, nació la estupenda ‘20.000 leguas de viaje submarino’, dirigida por el hijo de uno de los grandes rivales de Walt —Richard Fleischer, hijo del animador Max Fleischer— y encabezada por un reparto antológico que incluía a Kirk Douglas como Ned Lang, a James Mason como Nemo, a Peter Lorre como Conseil y a, claro, un calamar gigante de lo más convincente recreado por animatronic.
Davy Crockett, rey de la frontera (Davy Crockett, King of the Wild Frontier, 1955)
El western siempre fue el género preferido de Walt y tuvo oportunidad de cultivarlo bastante en la década de los 50, cuando la inauguración de Disneyland y las zonas temáticas en las que se dividía requirió que la compañía lanzara films con vistas a apuntalar su background. Una de ellas era, de hecho, Frontierland, centrada en la construcción de Norteamérica y en aquellos pioneros, como Davy Crockett, que la hicieron posible.
El film dirigido por Norman Foster —que daría pie a una precuela, 'Los piratas del Mississippi', también disponible en Disney+— se componía en realidad de tres episodios de un serial que el estudio había emitido antes en televisión. Igualmente fue un éxito y desató en todo EE.UU. la Crockettmanía, canalizada en una canción pegajosa, en el actor Fess Parker recibiendo llaves de ciudades, y en la venta indiscriminada de gorros de mapache.
Fiel amigo (Old Yeller, 1957)
Puede que os sorprenda que, en EE.UU., el trauma generacional causado por la muerte de la madre de 'Bambi' (1942) sea equiparable al giro final de esta película del prolífico Robert Stevenson, en su segundo trabajo con la compañía tras dirigir ‘Johnny Tremain’ (1957). Giro que no cabe destripar por aquí, pero que tiene que ver con el perrete cuyo nombre sirve de título original, y que se hacía amigo de Tommy Kirk y Kevin Corcoran.
‘Fiel amigo’ reunía en su seno dos sensibilidades al alza en la Disney de entonces, confluyendo tanto el escenario western—una Norteamérica primitiva pero mucho más peligrosa que la dibujada en ‘Davy Crockett’— como las películas con amigo animal que luego se lanzaría a producir como churros. La obra de Stevenson fue la más exitosa, y una muestra clave de lo bien que se le ha dado siempre al estudio estrujarnos el corazón.
Pollyanna (1960)
Los 60 fueron inaugurados con el fichaje estrella de Hayley Mills, niña prodigio británica que Walt escogió personalmente para protagonizar el film que debía ejercer de buque insignia del sistema de valores de la compañía, ya criticado enormemente en su tiempo por lo infantilizante, lo falso y lo naíf. La protagonista de esta película de David Swift, en efecto, se empeñaba en verle el lado positivo a todo. Pesara a quien pesara.
Su esfuerzo, dentro de uno de los grandes clásicos disneyanos en acción real, conseguía pasar por valiente gracias tanto a la interpretación de Mills como a las duras pruebas con las que el destino trataba de hacer tambalear sus principios. Por no hablar de cierto diálogo, mantenido con Karl Malden en el papel del cura del pueblo, que pasa por la clase de ética mejor pensada y ejecutada que nunca se haya marcado la Casa del Ratón.
Los Robinsones de los Mares del Sur (Swiss Family Robinson, 1960)
Pese a su altísima calidad, ‘Pollyanna’ no supuso un gran éxito de taquilla —la aceptación del público se iría solidificando con el paso de los años—, pero tampoco fue un problema. En el mismo 1960, Disney estrenó una película de presupuestos radicalmente distintos, concienciada hasta la médula con una condición de gran espectáculo y protoblockbuster que el estudio no cultivaba desde ‘20.000 leguas de viaje submarino’.
Se trataba de 'Los Robinsones de los Mares del Sur', dirigida por Ken Annakin, un film de aventuras tan modélico como descerebrado que encabezaba precisamente el padre de la protagonista de 'Pollyanna', John Mills. Incluía piratas, animales de todas las especies (contraviniendo cualquier posterior indicación de PETA) y una carrera en la que podía verse a un mono cabalgando a lomos de un perro. Fue, evidentemente, un taquillazo.
Tú a Boston y yo a California (The Parent Trap, 1961)
El clásico que Hayley Mills protagonizó por partida doble —encarnando a dos hermanas gemelas que intentan que sus padres vuelvan a juntarse— se enmarca dentro de la épica lucha de Walt por el alma de EE.UU. La cual se prolongó a títulos como ‘Los conflictos de papá’ (1962) o ‘Los perros de mi mujer’ (1966), y tenía lugar en un país asaltado por la contracultura, los movimientos por los derechos civiles, el amor libre… etcétera.
Más allá de que sea inseparable de este esfuerzo reaccionario, lo cierto es que la película de David Swift es extremadamente deliciosa, con un guion que sabe calibrar sus dosis de encanto y una pareja paternal (Brian Keith y Maureen O’Hara) de carisma arrollador. Su remake, también disponible en Disney+ con el protagonismo de Lindsay Lohan —y el título algo problemático geográficamente de ‘Tú a Londres y yo a California’— es igualmente sensacional.
Un sabio en las nubes (The Absent-Minded Professor, 1961)
Más allá de Hayley Mills, otro actor indispensable en esta época del estudio es Fred MacMurray, que debutó con Disney en ‘El extraño caso de Wilby’ (1959) —tenéis su excepcional y tardía secuela, ‘Un candidato muy peludo’ (1976), en la plataforma de streaming—, y triunfó con este film. Dirigido por Robert Stevenson, y tótem de las llamadas 'gimmick comedies’ que la compañía produjo en masa durante aquellos años.
¿Y qué es una gimmick comedy? Literalmente una “comedia con truquito”; relato ambientado en barrios residenciales estadounidenses con una ligera pátina social y un elemento de fantasía o ciencia ficción que lo cambia todo. ‘Un sabio en las nubes’ cumple estos requisitos, como también lo hace su secuela ‘El sabio en apuros’ (1963) y su remake con Robin Williams, 'Flubber y el profesor chiflado' (1997, disponible en Disney+).
Un gato del FBI (That Darn Cat!, 1965)
El elemento que pusiera todo patas arriba en estas gimmick comedies también podía ser ocasionalmente algo más terrenal. Como, por ejemplo, un gato. Este tipo de espectáculos humorísticos siempre se sustentaba en 'high concepts' a cada cual más absurdo, y el del film que nos ocupa era especialmente memorable: ¿qué pasaría si la única posibilidad de que el FBI resuelva un secuestro radica en colaborar con un gato?
Hayley Mills se despedía de Disney con otro pepinazo que sumar a la lista y durante la misma película de Robert Stevenson le daba el relevo a Dean Jones, apocado agente cuyo rostro se convertiría en un inseparable del Ratón durante finales de década y la siguiente. Incluso hizo un cameo en el inevitable remake de los 90 (también en Disney+) que no era gran cosa pero al menos estaba protagonizado por Christina Ricci.
Mi amigo el fantasma (Blackbeard’s Ghost, 1968)
Esta película dirigida (nuevamente) por Robert Stevenson fue la primera producida sin implicación directa de Walt, ya que el fundador de la compañía había fallecido por un cáncer de pulmón a finales de 1966. Se estrenaba pues en un clima de incertidumbre, sin que la nueva directiva encabezada por su hermano Roy estuviera muy segura de cómo gestionar su legado, y encontrar un futuro más allá de él.
Gracias a Bill Walsh —talentoso guionista en cuyo currículum encontramos ‘El extraño caso de Wilby’, ‘Un sabio en las nubes’ o, sí, ‘Mary Poppins’— y al pirata Barbanegra, no hubo de qué temer. La nueva Disney fue inaugurada así con una gran comedia que encontraba su mayor virtud en la química de Dean Jones con un verborreico Peter Ustinov, en quien Willem Dafoe debió de inspirarse para su papel en 'El faro' (2019).
Ahí va ese bólido (The Love Bug, 1968)
Dado lo personalmente que Walt se había involucrado en todas las películas del estudio —cada proyecto nacía bien de una experiencia suya, de una lectura concreta o de una obsesión particular—, había un miedo razonable a que sin su olfato Disney fuera incapaz de encontrar nuevas y jugosas propiedades intelectuales. Los pasos posteriores a su muerte fueron, por tanto, inseguros, pero también dieron con una saga de enormes posibilidades.
Se trata, claro, de Herbie. El Volkswagen Sedán con vida propia que empezó siendo propiedad de Jim Douglas (Dean Jones) y, tras el éxito de su entrega fundacional, protagonizaría tres secuelas —‘Herbie, un volante loco’ (1974), ‘Herbie en el Grand Prix de Montecarlo’ (1977) y, ejem, ‘Herbie, torero’ (1980)—, un remake y una serie para televisión, y un reboot con Lindsay Lohan titulado ‘Herbie a tope’ (2005). La mayoría las tienes en Disney+, por si quieres hacerte el ciclo más rápido y furioso.
Mi cerebro es electrónico (The Computer Wore Tennis Shoes, 1969)
Cuentan que las últimas palabras que pronunció Walt antes de morir fueron "Kurt" y "Russell". En efecto, a finales de los 60 el patrón se había fijado en este joven actor como relevo juvenil de Hayley Mills y la dupla Tommy Kirk/Kevin Corcoran, facilitando que debutara en ‘Veinte docenas de hijos’ (1966). Película, a la sazón, estrenada pocas semanas antes de su muerte.
Sin embargo, la estrella de Russell empezó de veras a despuntar unos años después, cuando protagonizó esta ágil comedia universitaria que consolidó la costumbre de Disney de concluir todas sus películas con una alocada persecución. Dexter Riley, tras convertirse en una calculadora humana, también protagonizaría ‘Te veo y no te veo’ (1972) y ‘El hombre más fuerte del mundo’ (1975), disponible esta última en Disney+.
La bruja novata (Bedknobs & Broomsticks, 1971)
La posibilidad de adaptar los libros de Mary Norton se contemplaba ya a principios de los 60, cuando aún no era seguro que P.L. Travers fuera a vender los derechos de 'Mary Poppins' y cabía la posibilidad de que todas aquellas canciones compuestas por los hermanos Sherman se quedaran sin película donde sonar. Walt les dijo que no se preocupara, que ‘La bruja novata’ también podía ser esa película.
El film dirigido por Stevenson está, pues, directamente relacionado con ‘Mary Poppins’, tanto por sus canciones —surgidas de los descartes del film de la niñera mágica— como por parte de su equipo. Los Sherman, Stevenson, Walsh, David Tomlinson como coprotagonista… Hay una fuerte sensación de déjà vu, pero a quién le importa cuando la película resulta ser tan genial y tiene un partido de fútbol disputado por animales.
La montaña embrujada (Escape to Witch Mountain, 1975)
Ron Miller, yerno de Walt, fue acaparando poder dentro de la empresa a lo largo de la década de los 70, permitiendo que ni siquiera Disney se mantuviera ajena a los grandes cambios (formales, narrativos, logísticos) que experimentó el cine hollywoodiense durante aquellos años. Como resultado tuvimos películas cada vez más valientes y heterodoxas, que no le hacían ascos a forzar las calificaciones por edades.
‘La montaña embrujada’, de John Hough, está protagonizada por niños extraterrestres y no es especialmente violenta, pero a cambio tiene una ambientación de lo más opresiva, un villano con el rostro de Donald Pleasence y unas escenas, en las que los protas muestran sus poderes psíquicos, sucesivamente más inquietantes. También tiene una secuela, ‘Los pequeños extraterrestres’ (1978), de análogas sensibilidades, y un remake que… protagoniza Dwayne Johnson. Ambos están en Disney+.
Viernes loco (Freaky Friday, 1976)
Que el emblema juvenil de Disney pasara de ser Hayley Mills a Jodie Foster en los años 70 puede ser el ejemplo definitivo del cambio experimentado por la compañía, contando esta actriz con un perfil más desafiante, cercano y menos clásicamente “femenino” que el de la protagonista de ‘Pollyanna’. Tras iniciar su contrato con la empresa en ‘Napoléon y Samantha’ (1972), encontró un vehículo a su medida en este film de Gary Nelson.
Foster protagonizó ‘Viernes loco’ entre 'Alicia no vive aquí' (1974) y 'Taxi Driver' (1976), compaginando sin problemas el contestatario cine del primer Scorsese con una comedieta en el que intercambiaba su cuerpo con el de su madre (Barbara Harris) por un día. El resultado fue tan descacharrante que en 2003 Lindsay Lohan y Jamie Lee Curtis las sustituyeron en el remake, 'Ponte en mi lugar' (disponible en la plataforma).
Pedro y el dragón Elliot (Pete's Dragon, 1977)
Nuevo experimento que alternó la acción real con la animación, quizá dando con la mezcla menos estéticamente afortunada desde las películas estrenadas en los años 40. Pese a ello ‘Pedro y el dragón Elliot’, de Don Chaffey, se ha ganado cierto culto gracias a lo calculadamente encantador de su premisa —derivando en un remake notoriamente superior dirigido por David Lowery en 2016—, y su relevancia histórica está fuera de toda duda.
Y es que en este film estuvo involucrado Don Bluth, mítico artista que acabó tan a la gresca con el estudio al hilo de este film —y de la sensación de que Disney había perdido el norte en lo que a animación se refería—, que poco después se largaría para estrenar obras capitales como 'Nimh: El mundo secreto de la señora Brisby' (1982) o ‘Fievel y el nuevo mundo’ (1986) llevándose consigo a un buen número de trabajadores (apodados los Bluthies) y dejando a medio acabar ‘Tod y Toby’ (1981).
El gato que vino del espacio (The Cat from Outer Space, 1978)
Volvemos con los gatos. Las películas Disney adscritas al ámbito live action eran más de perros, pero las escasas ocasiones que decidieron darle una oportunidad a los gatetes fueron muy celebradas. Tras ‘Un gato del FBI’, ‘El gato que vino del espacio’ de Norman Tokar lanzaba una propuesta muy distinta, donde primaba el sentido aventurero y la ciencia ficción antes que la ya anquilosada gimmick comedy.
Tampoco hay que llevarse a engaño, ‘El gato que vino del espacio’ es muy divertida —sobre todo cuando los protagonistas deciden aprovecharse de los poderes del felino para amañar apuestas—. No obstante, sus auténticos méritos van más en la línea de un clímax elaboradísimo —consistente en una espectacular persecución de avionetas— y en lo mucho que debieron inspirar a Spielberg las habilidades del protagonista para dar forma a ‘E.T. El extraterrestre’ (1982).
TRON (1982)
Tras 'El abismo negro’ de 1979 —clasicazo que ya incluimos en esta otra lista—, Disney empezó a cultivar más en serio el cine de género, reforzando su interés en la ciencia ficción y el terror. 'TRON' no tenía mucho de esto último, pero sus efectos especiales y su trasnochadísimo retrato de lo digital crearon escuela, y colocaron a Disney a la vanguardia técnica dentro de un cine de entretenimiento que, en los 80, estaba cambiando radicalmente.
Dirigida por Steven Lisberger y protagonizada por Jeff Bridges, ‘TRON’ tiene bastantes problemas en el apartado narrativo y durante gran parte del metraje cuesta entender qué diantres está ocurriendo, pero todo lo compensa su arriesgada imaginería y secuencias tan conseguidas como la carrera de motos.
La secuela que tuvo en 2010, ‘TRON: Legacy’ (también en Disney+) quiso ocuparse igualmente de representar el ocaso analógico, sin tanto ingenio pero con una mayor consistencia en el guion.
Oz, un mundo fantástico (Return to Oz, 1985)
Concluimos nuestro repaso de esta historia alternativa de la Casa del Ratón con un film cuyo origen se remonta a los años 50, cuando Walt Disney compró los derechos para adaptar los libros de L. Frank Baum pero cierta vergüenza torera ante lo que había hecho Victor Fleming con 'El mago de Oz’ (1939) provocó que, en su lugar, produjera ‘El bosque sin retorno’ (1961), de imaginario similar pero catastrófica ejecución.
A ‘Oz, un mundo fantástico’, único film dirigido por el montador Walter Murch, tampoco le fue muy bien en cuanto a crítica y público, pero el tiempo la ha puesto en su lugar. Llevando su apuesta por la oscuridad a sus mayores extremos de insania —el desencadenante de la trama es Dorothy (Fairuza Balk) a punto de sufrir electroshocks para olvidar su experiencia en Oz—, la película es una lluvia constante de ideas, manteniendo una coherencia que respalda el eterno empeño de Disney por salvaguardar la infancia como espacio imaginativo donde puede ocurrir cualquier cosa. Incluso las más terroríficas.
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La noticia Los clásicos alternativos de Disney: 19 películas imprescindibles en Disney+ que van más allá de sus joyas animadas fue publicada originalmente en Espinof por Alberto Corona .
Javier Fernandez
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