90 películas originales tiene previsto estrenar Netflix a lo largo de 2019, un año en el que parece que habrá mucho más títulos interesantes de lo habitual hasta ahora en la apuesta por el séptimo arte de la plataforma. ‘Polar’ podría haber sido uno de ellos, ya que el tráiler de esta adaptación de un cómic del español Víctor Santos parecía prometer un cruce entre ‘John Wick’ y Solid Snake, el protagonista de la saga de videojuegos ‘Metal Gear Solid’.
Además, ‘Polar’ contaba con Mads Mikkelsen para dar vida a su protagonista, el mejor asesino a sueldo del mundo que está a punto de jubilarse. No tengo nada malo que decir sobre su actuación, pero sí sobre prácticamente todo lo demás, ya que resulta un tanto grotesco. Lo percibo como algo intencionado para potenciar sus orígenes, pero lo que se transmite con ello está muy lejos de resultar estimulante.
Excesos mal enfocados
La premisa de ‘Polar’ es que la agencia encargada de manejar sus servicios ha decidido acabar con la vida de aquellos que están a punto de jubilarse para así ahorrarse todo el dinero que se ha comprometido a pagarles cuando eso suceda. Sobre el papel una premisa potente con el riesgo de acabar siendo repetitiva porque iba a ser otros asesinos intentando acabar con él una y otra vez, pero la realidad es que antes incluso de que eso suceda ya cuesta conectar con la película.
‘Polar’ pone a nivel estético todas las cartas encima de la mesa durante su prólogo, en el cual no hay ni rastro de Mikkelsen. La película apuesta por los colores chillones y los excesos interpretativos prácticamente siempre que el personaje no está en pantalla, consiguiendo así un contraste muy marcado que nunca termina de encajar demasiado bien. Más de una vez llega a ser irritante.
Eso también se traslada a los diálogos y a lo que se muestra en pantalla, rozando en ocasiones lo caricaturesco pero sin integrarlo de una forma razonable en el discurso de la película. A menudo parece un exceso gratuito para compensar que el tratamiento de la violencia en sí misma suele ser más directa, algo que cuadra mejor con la personalidad del personaje principal, dejando a un lado el recrearse más en ello como aliciente para el espectador.
‘Polar’ no se hunde por Mikkelsen
También merece la pena apuntar que todo resulta más acelerado cuando se centra en lo que rodea al protagonista, por lo que uno agradece la pausa -incluso los colores se normalizan- que llega cuando toca centrarse en Mikkelsen. Él es el único motivo por el que uno realmente se interesa por lo que sucede, logrando además dar credibilidad a unas habilidades tremendas con las que a veces se rozan los excesos ajenos –ese momento desnudo en la nieve…-.
En ese último punto es cierto que el personaje se contagia algo de esos excesos ajenos cuando le toca interactuar con otros personajes, pero Mikkelsen siempre consigue mantener una compostura ideal para que la película no llegue a derrumbarse. Con todo, hay instantes puntuales en los que la puesta en escena de Jonas Akerlund consigue extraer algo de diversión de ellos, pero lo habitual es que se pasen de la raya y cansen.
En definitiva, ‘Polar’ no acaba siendo un desastre gracias a Mikkelsen, pero ni siquiera él puede convertir una propuesta que maneja regular sus excesos en una buena película. Pese a todo, no es una opción del todo mala para algún momento en el que quieras ver algo sin tener que tener tu cerebro demasiado activo.
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La noticia 'Polar': Mads Mikkelsen evita el desastre en la excesiva adaptación de Netflix fue publicada originalmente en Espinof por Mikel Zorrilla .
Javier Fernandez
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