Independientemente de nuestras creencias y nuestro grado de escepticismo frente a los dogmas religiosos, resulta imposible negarle a un texto como la Biblia su gigantesco atractivo en la hora de aunar lecturas y discursos de una ambigüedad fascinante, sobre los que asienta las bases de la, en ocasiones, lóbrega fe cristiana.
'El reverendo' —'First Reformed'— recoge precisamente el lado más sombrío y destructivo de la doctrina bíblica para explorar sus claroscuros éticos y morales en un maravilloso ejercicio de ese cine más puro, asfixiante, ácido e introspectivo que sólo un veterano como Paul Schrader podría haber gestado; sirviéndose en todo momento de su singular mirada sobre el mundo que nos rodea.
Más que un largometraje en sí, el último trabajo del legendario director y guionista podría catalogarse como un preciso ensayo existencialista edificado sobre el dolor, la ira, el duelo y todos los males que ahogan al ser humano en su día a día, proyectados de forma íntima y personal sobre un protagonista tan complejo como sus conflictos internos, verdaderos impulsores del relato.
Pero Schrader no se limita a la figura del reverendo Toller, interpretado por un Ethan Hawke que corta el aliento en la que, probablemente, sea la mejor y más compleja actuación de su carrera. En lugar de esto, y a través de los ojos del personaje central del filme, el autor amplía la escala de su discurso para auscultar la podredumbre del mundo —tanto literal, como figurada— y cómo los modos para combatirla pueden resultar igualmente nocivos y moralmente dudosos.
Con no pocos ecos —y algún que otro homenaje en clave visual— a la eterna 'Taxi Driver' de Martin Scorsese, que el propio Paul Schrader escribió en 1976, 'El reverendo' conjuga su voluntad de reflejo de la sociedad contemporánea con una arquetípica —que no exenta de complejidad— trama de redención personal en tiempos de decadencia; y lo hace unificando magistralmente forma y fondo.
Así, la llamativa utilización de una relación de aspecto en 4:3, seña de identidad de la cinta, no se limita al simple recurso estético para reforzar ese clasicismo inherente a la obra. El director aprovecha lo angosto del formato para sumergirnos plenamente en la atormentada mente de Toller, desasosegando al espectador optando por el estatismo de la cámara, la economía en la planificación o alargando los planos durante unos segundos en los que no teme dejar el cuadro tan vacío y desolado como su protagonista.
Acostumbrados a los últimos trabajos de Schrader —tan demencial como deliciosa su 'Como perros salvajes'—, 'El reverendo' podría resultar desconcertante en primera instancia por su contención y solemne sobriedad; pero en cuanto el gen de su autor hace acto de presencia de cara a un último tercio cocinado a un fuego lento y abrasador, el crescendo constante hacia la máxima turbiedad acaba explotando en un cierre sobrecogedor, único y completamente impagable.
La ambigüedad bíblica a la que hacía mención al principio del texto se ve reflejada en el genio y tesis de 'El reverendo'; una película nihilista, deprimente, dura y en absoluto recomendable para todos aquellos que miramos el mundo con un extra de cinismo y desesperación que, sin dejar de abrazar la esperanza entre la negrura de sus temas centrales, se las apaña para arrojar un haz de luz en medio de tantísima oscuridad como el milagro cinematográfico que es.
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La noticia 'El reverendo': un sórdido y asfixiante retrato existencialista que sólo un grande como Paul Schrader podría haber firmado fue publicada originalmente en Espinof por Víctor López G. .
Javier Fernandez
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