El bélico es un tema recurrente del pasado siglo y del actual. No hace falta que se refrende la importancia de este hecho, ya que visibilizar y asumir todas las consecuencias que tuvieron los grandes altercados militares del pasado siglo -en especial las dos guerras mundiales- nos debería hacer avanzar como sociedad.
Pero es cierto que el relato de vencedores y vencidos durante la Segunda Guerra Mundial -si es que alguien ganó ahí-, quizá el conflicto que más representación tiene en el imaginario colectivo, varía considerablemente.
Frente a los dramas bélicos estadounidenses, que conforme se acercan a la actualidad ganan en corte militarista -es el caso de ‘Banderas de nuestros padres’ o ‘Cartas desde Iwo Jima’, la dupla de Clint Eastwood sobre la batalla de Iwo Jima desde los puntos de vista estadounidense y nipón, respectivamente-, al otro lado del mundo, la representación es bien distinta.
Especialmente curioso es el caso de Japón, que tiene entre sus mejores películas antibélicas ‘La tumba de las luciérnagas’, película atemporal de Isao Takahata sobre los desastres de la guerra para su país. El film de Studio Ghibli, frente a los dramas de guerra estadounidenses, no hace puestas en escena épicas, sino que retrata el patetismo de la tragedia y la particular idiosincrasia nipona de finales de la primera mitad del siglo XX.
Como una suerte de continuación, precuela o historia paralela a la obra del maestro Takahata, en 2016 Sunao Katabuchi estrenó su tercer largometraje, ‘En este rincón del mundo’. Con gran éxito de crítico y pública -fue Gran Premio del Jurado en el prestigioso Festival de Annecy-, la película se ha situado de forma casi instantánea en los visionados obligatorios de los fans de la animación.
Y hay bastante de ‘La tumba de las luciérnagas’ en ‘En este rincón del mundo’. Las dos están basadas en obras anteriores: un libro y un manga, respectivamente. Y ambas toman como premisa la cotidianidad del país frente a la crudeza de la guerra.
Sin embargo, frente a la dureza de la obra de Takahata, mucho más apocalíptica, la cinta de Katabuchi contrasta con ella por su sutileza: gran parte de su película arranca sonrisas de ternura que bordean la lágrima.
El empeño de Katabuchi en cuidar una animación con poco movimiento y tono colorista dotan de gran poder visual a ‘En este rincón del mundo’, que bordea las líneas de la sonrisa tierna y la lágrima de forma constante. Su película, disponible en el catálogo de Movistar Plus, es una obra imperdible sobre el desastre, la aceptación de éste y la transición hacia la edad adulta.
‘En este rincón del mundo’ es una película inclemente y hermosa, con entidad propia. Porque busca la compleja representación de la actitud de una población sumida ante el poder del Estado imperialista nipón, que aceptó sin reparos todas las demandas de éste y las acató sin rechistar. Y, entre todas estas exigencias, mantuvo una vida que parecía hasta normal, donde existían los juegos de la niñez, el amor o la pintura.
La historia de Suzu Urano, más tarde Suzu Hojo, es la de todo un país sumido en los desastres de la guerra. La joven, que debe mudarse por su matrimonio a la ciudad de Kure, en Hiroshima, observa desde el inicio de su vida en casa de sus suegros la evolución del conflicto mundial del lado japonés: el racionamiento de las comidas, la represión de la policía militar a sus libertades…
Pero, ante todas las adversidades que la joven sufre, la constancia persevera. Ante la pérdida, Suzu se sobrepone y se hace más fuerte. Ante los bombardeos incesantes, asume los refugios en el domicilio familiar como cotidianos. La historia no es de vencidos, no es de personas devastadas por la tragedia: es la historia de la búsqueda de esperanza, de felicidad, incluso donde parece no ser posible.
La pintura se plantea desde el inicio de ‘En este rincón del mundo’ como una vía de escape al tiempo, a la vida exterior. Para Suzu, es una afición casi incontrolable: dibujar y contar historias a su hermana pequeña es parte de un encanto aún infantil que es capaz incluso de convivir con el desastre.
También encontramos otra premisa en la película: la normalización del terror. La asunción de los refugios antibomba como cotidianos, del que hablábamos antes, nos presenta una suerte de estética del horror que tiene su punto álgido en el momento en el que Suzu observa en la lejanía bombardeos aéreos y ve un maravilloso óleo que desea pintar.
En esta doble lectura, hermosa y terrible, ‘En este rincón del mundo’ opta por la lejanía y la ausencia de punto de vista. Las interpretaciones las debe hacer el espectador, que asiste a un espectacular ejercicio gráfico ajeno al conflicto que representa. Y es suya la decisión final sobre la película, que se diluye de forma bella y cruda entre el drama de guerra y la estampa de la cotidianidad.
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La noticia 'En este rincón del mundo' muestra la crudeza de la guerra en un conmovedor y hermoso relato fue publicada originalmente en Espinof por Antonio R.Jiménez .
Javier Fernandez
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