miércoles, 28 de junio de 2017

Francisco Javier Fernandez - 'Okja' se centra tanto en sus excéntricos personajes que acaba descuidando lo demás

Cartel Okja

La espera ya llega a su fin, pues hoy 28 de junio es el día elegido por Netflix para poner ‘Okja’ a disposición de todos sus abonados. La película ya tenía un gran interés por el hecho de ser el nuevo trabajo tras las cámaras de Bong Joon-ho y por el extenso y llamativo reparto que el director coreano tuvo a su disposición, pero la polémica en Cannes, tanto con este título en concreto como con las producciones de esta compañía en general lo llevó todo a otro nivel.

‘Okja’ se está vendiendo como una película a favor del veganismo y también hay quien está centrando su valoración de la misma por el ataque que supone a las políticas de las grandes corporaciones. Sin duda, eso está presente en ella, pero el verdadero corazón de la misma es la relación entre una niña y su mascota y cómo está queda en peligro por una serie de sucesos cada vez más excéntricos. De estos últimos acaba surgiendo una de sus mayores fortalezas, pero también su gran debilidad.

Un arranque muy prometedor

Imagen Okja

Fue precisamente durante los primeros minutos de metraje cuando la polémica con ‘Okja’ fue mayor en el Festival de Cannes por el hecho de exhibirse la película en un formato incorrecto. El propio Joon-ho comentó que así al menos habían tenido la oportunidad de verlos dos veces, algo muy útil dado toda la información que se da al público entones. Esto es cierto, pero también que se trata de un arranque muy dinámico que realmente te deja con ganas de más, y que Tilda Swinton sea la gran protagonista de dicho arranque tampoco viene nada mal.

Ya ahí se nota que, como era de esperar, Joon-ho va a echar mano del humor, quedando la duda de si sería como verdadero motor narrativo o como el contrapunto necesario para aligerar el dramatismo de la historia. Sin embargo, luego tenemos varios minutos que son lo más cercano a la normalidad que tendremos en ‘Okja’, y eso que coinciden justamente con la primera aparición del Supercerdo -no, no es un superhéroe que consiguió sus poderes tras ser mordido por un cerdo radioactivo-.

Es entonces cuando la película realmente sienta las bases de todo. No hay nada realmente original más allá del aspecto del cerdo, pero Joon-ho traza con precisión la relación entre Okja y Mija -impecable Seo-Hyun Ahn-, necesitando apenas un puñado de escenas para mostrar el lazo existente. Son inseparables, pero es entonces cuando vuelve a aparecer en escena todo lo mostrado en el prólogo y la cosa se complica, y mucho además.

El gran peso de los personajes excéntricos

Paul Dano Steven Yeung

Quizá decir que se convierta en correcalles sea exagerado, pero ‘Okja’ pasa entonces de una encantadora sencillez a una sucesión de excentricidades que deja al descubierto la absurda posición de todos los implicados. Son además demasiados personajes, causando cierta sensación de saturación que limita su evolución narrativa. Entiendo que Joon-ho busca realizar un mosaico amplio de todos los implicados, pero existe cierta tendencia a la caricatura que funciona individualmente en la mayoría de los casos, pero que luego no añade lo mismo al conjunto.

De hecho, parece que Joon-ho se deleita demasiado en lo peculiares que son todos los personajes que en un momento u otro se cruzan con Mija. Eso permite a los actores lucirse, incluso aunque su presencia en pantalla sea reducida, siendo especialmente destacables las aportaciones de un pasado de rosca Jake Gyllenhaal y de un Paul Dano que sigue demostrando una versatilidad envidiable.

El problema es que llega un punto en el que parece que le interesa más su forma de ser y cómo todo ello contrasta tanto con Mija como con el resto de personajes, diluyéndose así el mensaje ecologista que pudiera haber querido transmitir y también el eje emocional de la película. Ellos nos lo hacen pasar bien, pero a costa de que la película se estanque y también que su componente satírico se vaya disolviendo.

‘Okja’ es demasiado irregular

Escena Okja

Dicho de otra forma, ‘Okja’ acaba navegando un poco a la deriva y mientras lo hace es divertida si conectas con su sentido del humor, pero todo eso es a menudo para no añadir nada más que metraje adicional y resistencia narrativa a llegar al punto de destino. Su estructura es un tanto caótica e incluso tiene ciertos problemas de tono al no saber hacer bien la transición entre lo ligero y lo hasta truculento.

¿Quizá todo eso sea cómo entiende Joon-ho que es el capitalismo? Una retahíla de personajes estrambóticos en la que prima la estupidez y acaba reinando el dinero por encima de todo. Tampoco me extrañaría, pero es que el guion, firmado por el propio director junto a Jon Ronson, nunca llega a centrarse tras esa primera toma de contacto entre Mija y Okja. Sí, deseamos que vuelvan a reunirse y asistimos a diversos conflictos a los que ha de hacer frente, pero como propuesta activista es facilona e irregular.

Lo que le acaba faltando a ‘Okja’ es una verdadera determinación sobre lo que quiere ser y apostar por ello de forma decidida. Eso se presta a que haya lecturas de diverso tipo cuando lo que realmente evita que colapse es lo entretenida que puede llegar a ser si te dejas llevar por los personajes y te olvidas un poco de los vaivenes de la historia. Por desgracia, esa virtud es también el origen de su debilidad, ya que uno simplemente no puede tomársela en serio. A modo personal, lo primero que hice después de verla fue tomarme una hamburguesa.

En definitiva, ‘Okja’ es una cinta estimable que no cae en el más de lo mismo y por la que van apareciendo multitud de personajes peculiares que logran captar nuestra atención mucho más allá de por la abundancia de rostros peculiares. También es un alegato deficiente y desestructurado que funciona mejor cuando gira alrededor de la relación de la niña protagonista con el supercerdo que cuando entra en la crítica al capitalismo, los hábitos de consumo y otros temas.

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