El verano de 2014 volvieron las guerreras del amor y la justicia para conmemorar el 20 aniversario de ‘Sailor Moon’, un manga convertido en anime icónico de los años noventa y que estuvo presente en las tardes de muchos jovenzuelos ahora treintañeros como servidora. Gracias a plataformas como Niconico y Crunchyroll, pudimos rodearnos de nostalgia otaku con este reboot cuya intención era ser más fiel al manga.
La mítica Toei Animation fue la encagada de la producción. ¿Encagada? Oh, perdón, ha sido una errata. Bunny Usagi Tsukino volvía a ser una jovencita irritante que descubría que tenía poderes, compañeras guardianas y un novio que dejaba que su amigo mago le diese consejos de estilismo. No me quiero cachondear demasiado, en su momento ‘Sailor Moon’ fue una de las series de mi infancia y le tengo cierto cariño.
Precisamente por eso la decepción fue mayor. La base que lo convierte en una cosa bastante ñoña, irritante y repetitiva iba a seguir ahí fuese como fuese el reboot, pero la nostalgia, la comedia y la posibilidad de una renovada animación podía conseguir que disfrutásemos más de las transformaciones y ataques. Nada más lejos de la realidad.
La animación de los 26 episodios que conforman las dos primeras temporadas es atroz, como mínimo. CGI del malo, con texturas cutres, muy poca expresividad, proporciones absurdas, errores en el dibujo o la composición, etc. Tampoco ayudaba que argumentalmente tuviesen bastantes altibajos y algunos cambios poco comprensibles. Un desastre vamos. Sin embargo, y no sé cómo, aguanté hasta el final, decidida a acabar ahí mi relación con esta nueva ‘Sailor Moon’.
Los atractivos de Death Busters
Cosas de la promoción, las ilustraciones y el cartel que incluían a las guerreras (¿por qué el doblaje siempre decía guerrero?) Saturno, Urano y Neptuno me empujaron a asomarme a los primeros capítulos de la tercera temporada, estrenada con el título ‘Sailor Moon: Death Busters’. Y menudo cambio. Se había renovado por dentro y por fuera.
De ser una emisión quincenal en plataformas online ha pasado a emitirse semanalmente en televisión. Además ha renovado a los encargados de la dirección y el diseño de personajes. Es algo que está patente en cada frame de la serie. Los personajes han recuperado la expresividad que les caracterizaba, sobre todo teniendo en cuenta que parte del entretenimiento de ‘Sailor Moon’ son los momentos cómicos donde esa expresividad es esencial.
Los personajes protagonistas (es decir, todos menos los villanos y los capitulares) están más diferenciados en cuanto a personalidad se refiere, ya no son tan bidimensionales. Entre aquello y lo otro, los capítulos son mucho más entretenidos y menos irritantes. Sigo pensando que Usagi podría ser más madura tanto en sí misma como en su relación con Armando Mamoru, una estupenda característica del manga que aquí está menos acentuada.
Y la animación. Qué diferencia. Más allá del tema de la expresividad, sólo hay que fijarse en las secuencias de transformación para notar la abismal diferencia entre aquel horrible CGI en modo 3D y la nueva y más tendiente a una imagen tradicional animación.
Pensemos que en el género de las magical girls la transformación es un momento climático, y en las temporadas anteriores no era más que un bajón digno de ver a 2.5x, mínimo. ¿Es la duración de estas secuencias absurdamente larga en ocasiones? Sin duda, casi un tronchante tercio del episodio. Pero son tan bonitaaaaaas. En general, la imagen y los movimientos son mucho más fluidos y agradables. Eso sí, de vez en cuando vuelven las piernas y brazos amorfamente desproporcionados.
Las nuevas guerreras
No podemos atribuir todos los éxitos al equipo técnico y artístico de la tercera temporada, ya que gran parte de la mejora viene por el argumento. La historia en sí misma se vuelve mucho más interesante en general, con la introducción de las nuevas guardianas y el desarrollo de algunos personajes, sobre todo el de la anteriormente irritante Chibiusa.
La pareja misteriosa de lesbianas, y en concreto las dudas y temas que pone sobre la mesa el sexo de Haruka elevan el nivel de madurez de la serie. Y sobre todo, Saturno. La historia de Hotaru, su tormento, su transformación, sus problemas, su relación con Chibiusa… Son elementos que alimentan la parte oscura de ‘Sailor Moon’ y hacen mucho por el conjunto.
La semana que viene se emite el acto 39, el episodio 13 que marca el final de la tercera temporada y el final del arco Infinity. Sin ser el anime más rompedor, brillante o recomendable, al menos ‘Sailor Moon Crystal: Drath Busters’ nos deja un buen sabor de boca a aquellos que buscábamos revivir con nostalgia aquellas tardes de jugar a las transformaciones.
En ¡Vaya Tele! | 8 animes para el verano
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La noticia La re-adaptación de ‘Sailor Moon’ se ha redimido con ‘Sailor Moon: Death Busters’ fue publicada originalmente en Vaya Tele por Adriana Izquierdo .
Javier Fernandez
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