Arturo Arias-Polo - elnuevoherald.com
Cuando los actores argentinos Jessica Alvarez Dieguez y Alejandro Vales llegaron a Miami, en el 2001, ignoraban cuán difícil sería continuar con sus carreras en su ciudad de adopción.
Pensaban que al establecerse en una de las urbes de mayor población hispanohablante de Estados Unidos, sus propuestas encontrarían un público receptor a la vuelta de la esquina. Pero no fue así.
Miami todavía no es la plaza cultural que muchos imaginan desde el extranjero. Aquí los artistas tienen que sudar el aplauso, porque la demanda supera la oferta. Y en el caso específico de los teatreros, los costos de producción son elevadísimos, y no resulta fácil seducir al público.
"Empezamos a actuar en las calles, como lo hacíamos en Buenos Aires, sin saber que aquí eso no funcionaba", recordó Vales, que junto a Alvarez Dieguez, su esposa, "pasaba la gorra" en Bayside y Lincoln Road entre los escasos transeúntes que se detenían a verlos. "Nos dimos cuenta de que en Miami la gente siempre está apurada y no tiene tiempo para seguir un espectáculo callejero. El calor también influye".
Francisco Javier Fernandez
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