Los aficionados a las series ya saben qué significa pertenecer al cable. Son series de televisión que se emiten en canal más pequeños, donde la imagen de marca es fundamental y que parecen seguir el modelo de HBO, que se hizo famosa a través de sus ficciones originales. Da igual que el cable también sirva para producir muchas ficciones de segunda de las que apenas oímos hablar (o monstruos ruidosos como ‘Pretty Little Liars’): si hablamos de dramas de cable, siempre imaginamos que se trata de “las buenas”, las que siguen los pasos de ‘Los Soprano’.
Este último milenio ha curtido mucho la ficción del cable y nuestra experiencia delante del televisor hasta permite que nos podamos hacer una idea de por dónde irán los tiros. El cable se ha especializado en algunas temáticas y estilos, y la repetición permite que podamos hablar de clichés. Vamos, que si nos pusiéramos las series de cable más relevantes de los últimos años y bebiéramos un chupito de vodka solo cada vez que cumplen alguna de estas ideas de aquí abajo, probablemente acabaríamos en el hospital con un coma etílico.
El hombre como centro
Los dramas de cable son falocéntricos, que diría mi antigua profesora de Teoría del Audiovisual. ¿Quién protagoniza ‘Mad Men’? Don Draper. ¿Y quién se convertía en narcotraficante en ‘Breaking Bad’? Otro hombre, Walter White. Ahora pensemos durante un segundo quienes están delante de los repartos de ‘Boardwalk Empire’, ‘The Walking Dead’, ‘Sons of Anarchy’, ‘Justified’, ‘The Newsroom’, ‘True Detective’, ‘Dexter’, ‘House of Cards’ o clásicos como ‘Los Soprano’, ‘Rescue Me’, ‘The Shield’, ‘Deadwood’ y ‘The Wire’. Estos protagonismos tan absolutos contrastan con los repartos más mixtos (‘The Americans’, ‘Juego de Tronos’, ‘Shameless’) y son muy pocas las series con mujeres como protagonistas indiscutibles (‘Homeland’, ‘Damages’, ‘American Horror Story: Coven’ y ahora también ‘Orange is the new black’).
Esta cantidad de dramas masculinos invita a pensar que, no solamente el cable se fija en este demográfico y los creadores más destacados sienten predilección, la crítica adora el drama de los hombres. Sobre todo si se trata de figuras inteligentes, serias y racionales que fingen estar en control. También son tipos que dan prioridad a elementos egoístas o profesionales, más que familiares o conyugales (no son los mejores maridos ni los mejores padres, pero suelen ser los mejores en todo lo demás).
La mujer como figura castradora
Ellas, en cambio, tienen otro papel. ¿Quiénes son algunos de los personajes más odiados de la televisión contemporánea? Lori de ‘The Walking Dead’, Tara de ‘Sons of Anarchy’, Skyler de ‘Breaking Bad’, Betty de ‘Mad Men’ y hasta Carmela Soprano tenía detractores. Ellas suelen ser personajes más emocionales cuyos objetivos chocan contra la voluntad de sus parejas. Son los palos en sus ruedas, aunque también suelen ser muñecas rotas ante la indiferencia y el desprecio sistemático de sus maridos.
Como ellas se atreven a llevarles la contraria a los protagonistas, algunos espectadores las perciben como figuras castradoras. Pero es una cuestión de percepción. También se las puede entender como mujeres fuertes que simplemente deciden que les toca salirse con la suya y que sus vidas y condiciones no pueden venir marcadas por los caprichos inmorales de sus cónyuges. Pero todo depende de la lupa con la que se las mire y muchas veces son los propios creadores quienes incitan este desprecio (si fuera la excepción, muy bien, pero es que en el cable es la regla). Y hay más ejemplos: ¿quiénes llevan a Raylan Givens a la perdición? ¿Quién intenta dividir a Martin y Rust en ‘True Detective’? ¿Quien sabotea la votación en el Congreso de Frank en ‘House of Cards’? ¿Y quién desarrolla una agenda propia en ‘Boardwalk Empire’?
Fuman, beben y se drogan más que comen
Unos cuantos de estos clichés tendrán que ver con las formas por una simple razón: las ficciones del cable suelen aprovecharse que las ficciones generalistas tienen que contentar las asociaciones de consumidores mientras que ellos están en un terreno más anárquico. De aquí, también, que haya más excesos y que se pueda hacer énfasis en el consumo de alcohol y drogas sin necesariamente juzgar.
McNulty no era peor policía por emborracharse cada noche hasta perder la conciencia en ‘The Wire’, los tipos de ‘Mad Men’ beben como cosacos y los de ‘Rescue Me’ también tenían mérito. Bueno, mejor no pongo más casos porque prácticamente todos los protagonistas tienen una afición al alcohol destacable, incluyendo a Jesse Pinkman y su necesidad de vivir en una realidad alternativa.
¿Insultos? Sí, por favor
Otro de los lugares comunes del cable: los protagonistas o hablan mal o no hablan. Como no pueden hacerlo en la televisión en abierto, hay que aprovechar esta oportunidad. Pero hay que diferenciar entre el cable básico y el cable premium. En AMC, por ejemplo, jamás podrían haber emitido la divertidísima escena de McNulty y Bunk, donde analizaban una escena del crimen utilizando únicamente la palabra “Fuck”, repitiéndola una y otra vez. Un exceso marca de la casa HBO , por lo menos hasta que llegó Showtime y quiso igualarles en frecuencia de palabras malsonantes por minuto.
¿Sexo? ¡Oh, sí, más!
Enseñar una teta de vez en cuando no hace daño. Este debe ser el lema que se repiten una y otra vez las actrices que fichan por una serie de cable, sobre todo si quieren forjarse un currículum y que las contraten por un episodio. Pero donde se aprovechan de este recurso mejor que nadie es en ‘Juego de Tronos’: son especialistas en impregnar de sexo y desnudos algunas escenas cruciales. ¿Que queremos presentar a los Martell? Pues metámoslos en un burdel eligiendo prostitutas para hacer un trío para llamar la atención y después demostremos qué clase de persona son. Un recurso que utilizan una y otra vez (Daenerys demostrando poderío en pelotas, las prostitutas entreteniéndose mientras Meñique suelta un monólogo). Entre ‘Juego de Tronos’ y ‘True Blood’, la otra serie-despelote por antonomasia, normal que salgan parodias como esta:
La amoralidad y la antipatía son una virtud
Antes la televisión estaba plagada de personajes en clave positiva o, en caso que fueran gruñones, generalmente sacaban a relucir su corazoncito de vez en cuando para que el espectador pudiera perdonarles los defectos. Es la filosofía de Shonda Rhimes en ‘Anatomía de Grey’, donde Karev es un imbécil integral y luego salva la vida de bebés para compensar. Pero el cable en este aspecto es más crudo: lo inmoral es transgresor y, por lo tanto, tienen que explorarlo. Don Draper es un adúltero que maltrata psicológicamente a sus mujeres, Frank Underwood es calaña y Dexter Morgan directamente era un psicópata.
Pero vayamos a analizar también sus caracteres: son personajes francamente antipáticos. Draper mira por encima del hombre a cualquier ser humano, Underwood es una lagartija, Carrie Mathison es insoportable, Jesse Pinkman es ese tipo que mirarías mal por la calle y la lista se alargaría hasta el infinito. Si los personajes son antipáticos y/o moralmente deleznables en teoría pero atraen al espectador, señal que la serie tiene que estar muy bien escrita.
¿Estructura? ¿Qué estructura?
Evidentemente todo guión tiene una estructura y cada serie tiene su funcionamiento. En la televisión en abierto hay ejemplos muy evidentes como las series de casos y hasta en culebrones como ‘Parenthood’ se puede predecir donde estarán todos los clímaxes dramáticos. Esto no significa que sean mejores o peores, que conste (de hecho, de ‘The Good Wife’ admiro que tengan un caso en cada episodio y luego desarrollen tantas tramas y personajes sin perder de vista el factor entretenimiento). Pero el cable se sustenta en estructuras menos evidentes.
Por esto sorprendieron tanto, por ejemplo, los ocho últimos episodios de ‘Breaking Bad’: el cuerpo del espectador no estaba preparado para tanta carga dramática, cuando no era su estilo hasta ese momento. A ‘Mad Men’ le encanta fingir una aparente normalidad hasta que llega algún episodio que destruye el ritmo (esa discusión de Don y Betty, el episodio ‘The Suitcase’). ‘Homeland’ nos dejó patidifusos con el desarrollo de la trama en su primera temporada, sembrando lentamente, pasando a una serie romántica y dándole la vuelta a todo y apretando el acelerador cual hijo de vicepresidente.
Cable = Lentitud
Se dice que las series de cable son lentas. Algunos lo dicen como un defecto pero simplemente es un estilo. Es lo que tiene ignorar las estructuras clásicas de la televisión en pro de una narrativa más fresca o que el autor sienta más orgánica. Su mentalidad es “¿para qué sacrificar el orgánico viaje de los protagonistas por un factor entretenimiento que no considero necesario?”. Pero esto también implica que puedan ser lentas.
En ‘Mad Men’ no es que no ocurra nada como siempre se dice, simplemente no utilizan mecanismos de guión como otras (los casos de ‘Anatomía de Grey’, por ejemplo). Y lo mismo puede decirse del 70% de las series mencionadas en este artículo. ¿Y el mayor ejemplo de esto? La contemplativa ‘Rectify’ de Sundance Channel, que redefine el concepto lentitud y allí sí que pasan pocas cosas pero se utiliza esa cadencia para crear una atmósfera muy particular.
Todas las series de cable no tienen porqué seguir estos clichés y, en caso que lo hagan, tampoco tendría porqué ser negativo. La mayoría de las series mencionadas, entren o no en cada categoría, son series recomendables y ‘Orange is the new black’ por ejemplo se carga por completo el primer punto. Pero sí demuestran que estas ficciones suelen repetir algunas temáticas o estilos, y sucede por alguna razón. ‘Los Soprano’ marcaron la historia de la televisión, son una respuesta a las series que se emiten en abierto, no creen en los tabúes y tienen éxito. Hollywood es una industria y el éxito es la mejor excusa para buscar proyectos parecidos. Y, sea como sea, con clichés o sin ellos, bienvenidas sean las series de cable.
En ¡Vaya Tele! | Ocho muertos (y más) que sirvieron para poner al espectador en su sitio
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La noticia Los ocho clichés de las series de cable fue publicada originalmente en Vayatele por Pere Solà Gimferrer.
Javier Fernandez
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