Cuarenta ediciones. Y siguen emitiéndose como churros (y atrapándonos). Lo difícil de los docurealities es seguirles la pista. Aparecen nuevos espacios casi cada semana, aunque algunos nos provoquen sensación de déjà vu. “¿No había visto ya uno de subastas? ¡Ah, pero aquello eran trasteros! ¿O eran maletas? Ah, ahora son casas”. Otras joyas se esfuman de nuestras vidas cuando apenas los acabamos de descubrir, sin que nos de tiempo a hablaros de ellos. Me pasó, por ejemplo, con ‘El chiringuito más chungo de Chicago’, uno de los más adictivos que han pasado por la TDT y que descubrí por casualidad, cuando ya llevaba tiempo emitiéndose.
Pero hoy quiero hablaros de un casi recién llegado a la parrilla de Divinity. Se estrenó en doble entrega y en prime-time el 19 de septiembre, dándole un 3% de cuota de pantalla y convirtiéndolo en el segundo canal temático más visto de la noche. Y eso es mucho decir, dado que la oferta en contenidos atrapantes a esas horas es amplia. El canal de Mediaset agrupa sus docurealities por temática y los distribuye en franjas horarias: los de novias (Divinity, si quiero), de hoteles (Hotel, divino hotel) y de reformas y decoración (Divinity Home): ‘La casa de tus sueños’, ‘Tu casa a juicio’, ‘Vender para comprar’ o el protagonista de hoy, ‘Papá, quiero esa casa’. Escuetamente, niños mimados, padres desesperados, reformas y rencillas. Y, sobre todo, una premisa que hoy en día resulta impensable: que tus padres te financien la casa para que te puedas independizar. Un reality que para nosotros suena a ciencia ficción.
¿De qué va?
Pues eso. Que los/las chavales/as (que andan rozando la treintena) se quieren independizar. Y los padres están más que de acuerdo. Y es que, respondiendo a un gran trabajo de cásting (o de guión, que ya estamos todos muy desencantados con la telerrealidad), el perfil del hijo/a independentista suele ser o bien el de joven incapacitado por la sobreprotección materna (hombres hechos y derechos a los que su madre les sigue preparando el cola-cao) o joven camorrista que necesita sentar la cabeza. El caso es que ellos quieren irse y los padres quieren echarles. Pero les va a costar caro (alrededor de unos 400.000 € de media), amén de una hipoteca de por vida. No queda muy claro si ellos sólo aportan una pequeña cantidad y los hijos asumen la hipoteca, ni con cuanto contribuye el programa.
Con este objetivo claro en mente, padre/madre, hijo/a, yerno o nuera y agente inmobiliario visitan tres casas muy distintas: la que los padres querrían, la que querrían los hijos y un punto intermedio que contente a todos. Lo cierto es que el formato se agota pronto puesto que el patrón es bastante repetitivo (más aún teniendo en cuenta que nunca emiten menos de tres o cuatro capítulos seguidos). Una vez vistas las opciones es el hijo el que toma la decisión (los padres sólo ponen la pasta y cruzan los dedos). Alguno, en un ataque de generosidad, asegura a los padres que puede ir a visitarle cuando quiera. De nada.
¿Por qué nos atrapa?
¿Por qué el cielo es azul? Algún día descubrirán qué les echan para ser tan adictivos. La temática es ya casi lo de menos, más importante es la gracia con la que nos vendan el formato. En ‘Papá, quiero esa casa’ lo de menos son las casas. Nos gusta ver cómo los padres, cual perros viejos, tratan de hacer que los insensatos de sus hijos tomen una decisión racional, basándose en las perspectivas del mercado inmobiliario, la calidad de los muebles de la cocina o si tienen suficiente jardín (supongo que soñando con tener nietos). Las rencillas son el picante de un programa que de por sí podría resultar soso. Y en esta lucha puede acabar interviniendo hasta la abuela. O la niñera. O la madrastra. Otro gran acierto del cásting: elegir modelos de familia muy distintos.
Los hijos suelen ser bastante sarcásticos, todo les parece mal y critican detalles como el color de las paredes o la moqueta. Son jóvenes y no quieren casas de padres, nada que suene a “residencial” o quede excesivamente lejos de la discoteca. A veces son las parejas las que meten cizaña, dejando entrever una relación suegra-nuera bastante conflictiva y que llevan años arrastrando. No hablo de peleas al nivel del aparcamiento de ‘Empeños a lo bestia’; son, más bien, esas pequeñas puyas que se lanzan sonriendo y que son veneno puro.
Los precios de las casas en EEUU son también para quedarse atrapado. Claro, que son otro tipo de viviendas muy distintas a las que estamos acostumbrados. Algunas tienen incluso su propio apartamento en el sótano, ya sea para que hijos adolescentes tengan su propio espacio (es tan americano eso de “necesito mi espacio”) o para realquilar y aliviar así la carga hipotecaria. Una sugerencia que los padres suelen dar a unos hijos que parecen vivir en un mundo multicolor en el que las facturas se pagan con aire.
¿Versión española?
Dejémoslo en que la coyuntura económica no es la más propicia para hablar de padres que regalan casas a sus hijos. En una España utópica en la que no hubiera crisis y la vivienda no fuera la protagonista de tantos dramas, yo lo vería. Pero me inclinaría por perfiles a lo Tamara Falcó y lo titularía ‘Papi, ¿me la compras?’. Un crossover entre ‘Teen Cribs’ y ‘Mujeres ricas’.
Ficha Técnica: ‘Papá, quiero esa casa’
- Título Original: ‘My house, your money’
- Cadena: W Network (Canadá) y HGTV (USA)
- Temporadas: 2 (2011-actual)
- Emisión: Divinity
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La noticia Docurealities que nos atrapan (XL): 'Papá, quiero esa casa' fue publicada originalmente en Vayatele por Lorena Papí.
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