En especial desde el ecuador del siglo XX hasta ahora, una parte importante de las películas más interesantes que ha producido el cine han estado dirigidas por actores. Nombres como los de Clint Eastwood, Paul Newman, Kevin Costner, Julie Delpy o incluso Sylvester Stallone me vienen enseguida a la cabeza.
Ellos conocen mejor que nadie la tramoya, el complicado y agotador proceso que da lugar a una película, al mismo tiempo que llegan a dominar gran parte de los aspectos técnicos del engranaje por el hecho de tratar con ellos cotidianamente. No sólo es la consecuencia lógica de la pregunta "¿Podría yo hacerlo mejor?", sino una derivación consecuente de tratar a diario con artistas del otro lado de la cámara, tomar a diario café con ellos y ser testigos directos de sus principales decisiones.
Dos personajes y un bar
Esta es solo una de las razones por las que el debut de Daniel Brühl resulta tan recomendable. Actor de origen catalán afincado desde hace años en Berlín, de padre alemán (director de cine) y madre española, poseedor de la doble nacionalidad, su carrera siempre se ha visto salpimentada de grandes producciones ('Capitán America: Civil War', 'Falcon y el Soldado de inverno' o la saga 'The King's Man: La primera misión') y de su firme compromiso con el cine independiente, con títulos como 'Goodbye Lenin!', 'Feliz navidad', 'Intruders', 'The Pelayos' o '2 días en Nueva York'.
Cinéfilo empedernido (posiblemente por filiación paterna), Daniel Brühl recuerda su infancia y adolescencia como el descubrimiento constante de títulos de Carlos Saura, Luis García Berlanga, Luchino Visconti o François Truffaut.
El protagonista de la serie 'El alienista' cuenta que llevaba casi una década con la idea de 'La puerta de al lado' dándole vueltas por la cabeza, por lo que contactó con el escritor Daniel Kehlmann para darle forma.
Un bar como único escenario y dos personajes, uno de ellos un alter ego del actor y ahora cineasta, que curiosamente responde al nombre de Daniel, y representa una hiperbolización de su lado más narcisista y neurótico. Junto a él, el gran Peter Kurth, con el que Brühl ya había coincidido en producciones como 'Un amigo mío' (2006) y 'Yo y Kaminski' (2015). Kurth, en la película, es el verdadero protagonista y representa la sombra del intérprete, el juicio del público y su conciencia hecha carne.
'La puerta de al lado', una incisiva zambullida en los miedos particulares
'La puerta de al lado' está abordada en clave de ácida comedia negra, con deudas evidentes al cine de David Mamet, los hermanos Coen o incluso de Roman Polanski. También hay cosas de ellas que me recuerdan a la espléndida 'Pura formalidad' (1994) de Giuseppe Tornatore.
En ella, Brühl se abre en canal hablando de temas como la continua exposición del actor, el miedo a la cultura de la cancelación y las grandes superproducciones de Hollywood, sin pizca de autoindulgencia, dosificando con habilidad los elementos de humor oscuro, drama y suspense.
Dado que está situada en Berlín, hay elementos en su argumento muy interesantes que tal vez se le escapen al espectador español, como la gentrificación y la diferencia entre los dos barrios principales de la ciudad. Pero, en definitiva, se trata de un debut interesante que cualquier aficionado al buen cine independiente no debería dejar pasar. Esperemos que no sea la única ocasión en la que podamos disfrutamos de este estupendo actor al otro lado de la cámara.
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La noticia 'La puerta de al lado': Daniel Brühl se abre en canal en su debut como director, ofreciendo una muy recomendable comedia negra fue publicada originalmente en Espinof por Pablo Vázquez .
Javier Fernandez
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